La guía de aprendizaje de piano para principiantes
Capítulo 7
Metas pianísticas y motivación
La guía de aprendizaje de piano para principiantesAl principio de empezar a aprender piano, solemos fijarnos en aquellos pianistas avanzados y nos da la sensación de que nunca llegaremos al mismo nivel que ellos. Tocan demasiado bien para nosotros y es como estar a los pies de una montaña muy alta. No obstante, al igual que llegar a lo alto de una montaña, llegar a dominar un instrumento consiste en superar retos. Hay que centrarse en cada etapa, en el día a día, mantener la motivación y estructurar cada sesión de práctica de forma efectiva. Así pues, en este capítulo vamos a centrarnos en ponernos metas con el piano y en cómo no perder la motivación.
La forma más fácil es establecer una rutina de práctica diaria en torno a objetivos, feedback y recompensa. Estos tres factores pueden guiar tus metas pianísticas tanto a corto como a largo plazo. Funcionaría de la siguiente forma: estableces un objetivo a largo plazo, recibes feedback llevando cuenta de tus progresos hacia ese objetivo, y renuevas tu motivación obteniendo una recompensa cuando lo alcances. De la misma forma para el corto plazo, márcate una meta para cada sesión de práctica, recibe feedback instantáneo y obtén una pequeña recompensa al final de cada sesión.
Establecer objetivos a largo plazo
Empieza por fijar una meta general a la que aspirar a largo plazo. Esta será la cima de tu montaña. Te servirá para no desorientarte y para dar forma a tu práctica, ayudándote a decidir qué técnicas de piano aprenderás primero y en qué aspectos te concentrarás.
Ponte objetivos concretos. Evita vagos propósitos como “tocar bien”. No te servirán para nada. En su lugar, márcate retos como el de tocar a la perfección alguna canción o pieza clásica que te guste. O el de dar un pequeño recital. Siendo principiante, te parecerá algo difícil de conseguir pero, al menos, te servirá como una especie de horizonte al que llegar. Márcate un tiempo estimado para alcanzar esa meta y así poder autoevaluar tu progreso.
Házlo a tu manera. Elige canciones que te entusiasmen de verdad. Si con Beethoven en su época romántica te entran ganas de dormir, quizás debas tirar por otro lado. En cambio, si te chifla Elton John, escoge alguna canción de su repertorio. No intentes complacer el gusto de otros. Dedícate en cuerpo y alma a las piezas o canciones que te gusten, aquellas que te hagan ansiar el momento de tocar el piano.
Sé realista. Esto depende de los objetivos que te marques. Si lo que te propones es tocar una pieza sencilla sin fisuras, es posible hacerlo en cuestión de meses llevando a cabo una práctica eficiente. Las piezas más complicadas requieren más tiempo así que, si quieres tocar éstas a un nivel avanzado, tendrás que esperar al menos unos años. Si eres de los que retoman el piano después de haber recibido clases en tu infancia, llegarás hasta aquí en menos tiempo.
Si tu caso es el de que empiezas a tocar el piano siendo adulto, no debes desanimarte. El periodista Alan Rusbridger escribió un libro sobre cómo volvió a tocar el piano a los 56 años. Después de aprender durante exactamente un año, tocó la Balada n.° 1 de Chopin en un concierto gracias a que su objetivo era específico y, con mucha práctica, realista.
Trabajar para lograr tu objetivo
Ahora que ya te has fijado un objetivo a largo plazo, utilízalo para organizar tus sesiones de práctica a corto plazo. Si basas cada sesión en el esquema de objetivos, feedback y recompensa, mejorarás más rápidamente y mantendrás la motivación durante más tiempo.
Objetivos de las sesiones de práctica
Mejorar en cualquier cosa consiste en hacer pequeños progresos a lo largo del tiempo; es un viaje dividido en etapas concretas. Piensa en tu objetivo a largo plazo y ponte una meta para hoy que te lleve en esa dirección. Aprovecha cada día, intentando recibir estímulos de motivación logrando algo nuevo a diario y te sorprenderá lo rápido que se acumularán estos pequeños avances.
Cada día debe tener una meta clara. Los objetivos específicos hacen que practicar piano sea mucho más fácil y eficaz. Por ejemplo, si quieres mejorar la velocidad de tus dedos, puedes proponerte tocar determinados arpegios y escalas diez veces sin cometer errores. Por otra parte, si quieres tocar mejor una sección de una pieza en concreto, márcate el objetivo de tocarla un número determinado de veces sin cometer errores.
Las metas diarias deben ser realista. Recuerda lo que dijimos en el Capítulo 6: no dediques más de cuarenta minutos a una sesión de práctica. Márcate un objetivo realista que puedas alcanzar durante el rato que te sientas a tocar el piano.
Recibir feedback en tus sesiones de piano
Para tocar bien, debemos saber que estamos tocando bien:
Detecta tus errores. Cuando empezamos a tocar el piano, aún estamos descubriendo cómo el acto de tocar de una manera determinada se traduce en un sonido concreto. Si no sabemos cuándo estamos cometiendo errores, es fácil desarrollar malos hábitos y perderemos la orientación y la motivación necesarias para continuar.
Pide ayuda. Es imposible darnos cuenta de todos los errores que cometemos, ya sea porque no estamos familiarizados con la pieza o canción original que queremos aprender, o a que los ignoramos inconscientemente para seguir adelante. Además, ser conscientes de los errores mientras aprendemos una nueva pieza sólo añade otra preocupación más. Así que asegúrate de tener un profesor, un amigo o ayuda tecnológica que te de buenos consejos para mantener los errores a raya.
Toma medidas en función del feedback. Una vez sepas dónde cometes errores, corrígelos para que no vuelvan a aparecer. En el Capítulo 6 - La práctica de piano, exponemos todo un método para corregir los aspectos más problemáticos.
Date cuenta de cuando tocas bien. El simple hecho de saber que has hecho algo bien puede ser increíblemente satisfactorio pero, si le añadimos una valoración positiva externa, el efecto puede ser aún mayor. Esto es especialmente eficaz cuando se equilibra con el feedback negativo. Si tu cerebro aprende que no puede salirse con la suya si tocas mal, un simple "bien hecho" se convertirá en algo significativo y motivador.
La recompensa
Cuando alcances el objetivo que te has marcado al principio de la sesión, date un premio. La combinación de un feedback positivo con una recompensa crea lo que los psicólogos llaman "refuerzo positivo". Los estudios han demostrado que esto es mucho mejor para el aprendizaje y el desarrollo de buenos hábitos que un feedback negativo de castigo. Este "refuerzo negativo" puede traducirse en desmotivación.
Puede que la simple satisfacción que sientas al alcanzar el objetivo marcado sea suficiente, y eso está bien. Pero prueba a darte una recompensa para comprobar lo motivador que puede ser, ya sea simplemente disfrutar de una golosina o de un episodio de tu serie favorita. No importa si te estás "regalando" algo que normalmente tendrías de todos modos. Una vez que adquieras el hábito, no necesitarás recompensarte en absoluto: el hecho de tocar y haber mejorado será suficiente premio.
Seguimiento de los avances
Ya hemos explicado anteriormente lo importante que es recibir feedback en cada sesión. Es igualmente importante tener una visión general de cómo lo estás haciendo para que puedas hacer las correcciones necesarias para mantenerte en el camino correcto. Por ello, debes llevar un seguimiento de tu progreso desde el principio del aprendizaje de piano; ya sea escribiendo un diario de sesiones de práctica, grabando cada una con tu teléfono móvil o de forma automática a través de una aplicación. Sea cual sea el método que elijas, lo agradecerás más tarde.
Monitorizar tus avances te permitirá comparar dónde estás ahora respecto al objetivo que te marcaste al principio. ¿Sigues en el buen camino? ¿Has adquirido una gran coordinación de manos pero te falta velocidad? ¿Te has concentrado en la primera mitad de una pieza pero has descuidado la segunda? Al reconocer que te has quedado atrás, podrás realizar cambios en tu método de aprendizaje y en tu régimen de práctica para volver a encauzarte.
También puede ser que necesites reevaluar tu objetivo a largo plazo ya que quizá lo fijaste sin saber qué era realista y ahora te resulta demasiado ambicioso. O quizá tus gustos han cambiado y ya no te parece tan atractivo. No hay nada malo en ello. Replantea lo que quieres hacer y establece un nuevo objetivo a largo plazo, siguiendo el mismo método expuesto anteriormente.
Recibir feedback positivo durante el progreso es esencial para mantener la motivación. Habrá momentos en los que te atasques en una sección complicada, o simplemente tengas un mal día en el que no salen las cosas. Si llevas un registro de tus avances desde el principio, podrás mirar atrás para ver dónde estabas antes, ver tu progresión y darte cuenta de cuánto has mejorado.
Motivación a largo plazo
Imagina que consigues tu objetivo. Imagina que puedes tocar el concierto de Mozart que te propusiste aprender. O que tienes preparada toda la banda sonora de Frozen para un pequeño concierto de Navidad en familia o la pieza romántica favorita para deleitar a tu abuela en su ochenta cumpleaños. Ahora estás en ese lugar que antes te parecía tan lejano, y lo has conseguido haciendo mejoras sistemáticas y graduales; estableciendo un objetivo diario, practicando, tomando medidas ante el feedback para mejorar.
Cuando llegues a este punto, la recompensa será algo mucho más poderoso que una simple galleta o el gusto de caerte de sueño viendo Netflix. La recompensa será poder tocar ese concierto de Mozart, o la confianza para tocar frente a un público. La recompensa será la habilidad que has desarrollado y que nadie te podrá quitar.
El refuerzo positivo es el más importante aquí. Tocar lo que has aprendido sienta tan bien que no hay manera de que tu viaje termine aquí. Elige la siguiente montaña: fija otro objetivo y sigue el mismo patrón, con la seguridad de que puedes llegar a él. Después de todo, ya lo has hecho una vez. ¿Por qué no repetir el éxito?